martes, 10 de junio de 2008

King Richard - Galería 5


Brakenbury: ¿Qué habéis soñado, señor?

Clarence: Me parecía que me había escapado de la Torre y me había embarcado para cruzar a Borgoña, en compañía de mi hermano Ricardo, que me incitó a salir de mi camarote y andar por cubierta: desde allí mirábamos hacia Inglaterra, recordando mil momentos difíciles que habíamos pasado durante las guerras de York y Lancaster. Al ir paseando sobre las vacilantes planchas de la cubierta, me pareció que Ricardo tropezaba y caía y al ir a socorrerle, me arrojaba por la borda a las olas agitadas del abismo. ¡Dios mío! ¡Qué angustia sentí al ahogarme! ¡Qué ruido más horrible el del agua en mis oídos! Creí ver mil naufragios aterradores, mil hombres devorados por los peces; grandes anclas, montones de perlas y piedras preciosas dispersas por el fondo del mar. Algunas adornando calaveras de muertos; y en las cuencas donde antes habitaron los ojos, escondidas, como si fueran ojos maliciosos, gemas con reflejos, que cortejaban el fangoso fondo de la profundidad, y se mofaban de los huesos de los muertos que yacían desparramados.
RICARDO III. Acto I, escena IV.